domingo, 27 de diciembre de 2009

la decisión

No están los tiempos para bigotes, piensa. Baja las tijeras. Ahora ya está, se dice. Ahora sí que. Pero al momento, flaquea. Poco después se derrumba. Lo que es él, quiere un bigote.
Quiero un bigote, cojones.
No llamará a sus asesores, que ultiman el discurso en el cuarto de al lado. Oye constante el trajinar. No piensa avisarles, sabe qué dirían. ¿Estás tonto?, dirían, ¿te has vuelto loco? Así, como se ponen ellos. Que qué es eso, dirían, de decidir por su cuenta y a última hora que se afeita, adiós a la barba. Es su deber atajar esta locura, llamarán ahora mismo al secretario general.
Pero lo que es él, quiere un bigote. No otra cosa, no: un bigote. Y seamos sinceros: un poco rebelde sí que lo es. Político genial e imprevisible, decía el columnista del AVUI. Político de raza, al margen de la disciplina del aparato. Que no se deja arrastrar por las hordas de burocracia institucional. Como aquí, ahora, con las tijeras romas. Todos los caminos van a romas, piensa. Ríe. No ríe muy fuerte, los asesores escriben en el cuarto de al lado.
(Repasar discurso. Hoy sí que. Hoy tienes que)
En honor a la verdad, tampoco es fácil decir adiós a la barba de toda una vida. Recuerdos de puño en alto, correr y mirar atrás. Miedo y euforia en callejones. La barba, siglo veinte; la barba izquierda auténtica. Tan clandestina y militancia, otro mundo es posible. La barba, pepitas de tomate y restos de tortilla. Tan rascarse y granitos, que se envenenan de pus en estos veranos carnívoros de cambio climático.

Está bien, es cierto: ha vuelto a no leer algún que otro discurso antes de pronunciarlo. Está bien, lo admite. Pero que tire la primera piedra el que. Así en mi tierra como en la capital.
Aire fresco en un mundo cada vez más mecanizado
Y es que es mucho mejor relajarse antes de dar un discurso. ¿Repasar a cinco minutos del examen? Si total. Mil veces lo hiciste antes, mil veces más lo harás. Mucho mejor distraerse. Qué grande aquel quien fuera que en su día inventó el móvil.
Se da cuenta: corre el peligro de que los militantes, las bases (alma, pura y dura, del partido) no entiendan el cambio. Es cierto: ha habido bigotes peligrosos en el siglo veinte. Imaginario colectivo, un bigote no es cualquier cosa.
Pero un cambio. La verdad es que un cambio le apetece. Que se hable. Que se comente. Qué habrá querido decir con el cambio, hacia dónde será que se orienta.
Lo que quiere decir con su cambio de imagen evidentemente es
Estás completamente equivocado, la idea subyacente claramente es
La que se va a liar.

Pero mi equipo funciona, piensa. La maquinaria está engrasada ya. Pero alguna vez me pasó que. Y hoy es que no, piensa. Hoy sería imperdonable que. (Repasar discurso, repasar el discurso). Tiene margen aún, benditos posits de los asesores. “enfatizar aquí”. “bajar ahora un poco el tono”. “cuando se encienda el pilotito de la cámara pasar a frase-subrayado-azul”. “ponte las gafas si no ves bien pilotito”. No puede fallar hoy. Hoy sí que no. Porque seremos todos de izquierda pero en la capital son unos hijos de puta.
Y Iniesta k, k me dics, mnudo golazo. Iniesta rules. Enviar a: Presidente.
Vamos , se dice. Vamos. Agita las tijeras. Él es un hombre resolutivo. No está donde está por casualidad. Hay que hacer esto, dice: se hace. Hay que hacer también lo otro: también se hace. Animal político. Se nace o no se nace. No se hereda. No se aprende. No hay cursillos para el instinto. ¿o es que sucumbiste ya a las hordas? ¿Acaso tocar poder te aplatanó?
Tú eres un lobo, cabrón.
Tarde o temprano va a entrar Ramón—su asesor principal—a hacerle el nudo de la corbata. No es que él no sepa, Ramón sólo coadyuva. Ramón es el Gari Kasparov de los nudos de corbata.

¿Y vestir más informal? Para compensar, piensa. Como diciendo: no se asusten. Bigote, sí, hemos madurado. Somos capaces de lidiar con la gestión del poder. Pero llevo un polo verde molón. Un polo actual, al borde de lo juvenil pero sin excesos. Informal pero elegante, de un diseñador joven de la tierra. Un polo molón y de la tierra, señores, el bigote no es para tanto. Pero está.
Político genial e imprevisible, y menudo polo molón.

¿Y por qué iba a tener él que cargar con el peso de la historia? ¿Acaso tiene él algo que ver con aquellos bigotes de entonces?
A Ramón le das un kleenex y te devuelve la corbata del primer ministro británico.
Yo quiero mucho a mi país, más que a nada y más que a nadie en este mundo.

O sonreír. Sin frivolidad y sin súplica. Sin sarcasmo. Sonreír. Sus asesores dicen “no sonríes, pareces siempre emprenyat o cabreado, pareces estreñido”. Garrapiñado. Alguien dijo pasarás al imaginario colectivo como un hombre encorvado. Sonreír, compensar el efecto bigote. Un bigote serio pero informal. Un bigote que sonríe.
¿Y cómo se pronuncia un discurso de los que pronuncia él—incendio de las masas—sonriendo? Difícil equilibrio: Sonrío. Hablo del enemigo exterior. ¡Menudo es el enemigo exterior! Sonrío. Me cago en el estado central. Sonrío. Nos están robando hasta el alma que no me queda ni para la t-10.
Voy a parecer gilipollas.
La esencia de un bigote, la idea y síntesis de un bigote. Acogedor, integrador. Va a tener que ponerse los pantalones, le está cogiendo frío.

¿Y estos pinos, Ramón? ¿No íbamos hoy a Zaragoza? Desperta Ferro, Ramón. Dicen que no sonríe pero él también tiene su guasa: ¿Y estos pinos, Ramón? Se ríe ¿Qué hacen por dios aquí estos pinos? Desperta ferro, Ramón.
No tienes ni idea de lo que hablas, lo que ha querido decirnos es
Sintiéndolo por este público tan maravilloso, como esto siga así me levanto y me voy
¿E ir así?, piensa. La barba en su sitio, las tijeras en la mano. Como diciendo: aquí, señorías, va a haber un cambio. Qué cambio, eso aún no lo sabemos, político genial e imprevisible. Pero las tijeras ahí están. Piensa.
Tarde o temprano va a entrar Ramón—su asesor principal—a hacerle el nudo de la corbata.
Yo quiero mucho a mi país, más que a nada y más que a nadie en este mundo.

2 comentarios:

Estepa Grisa dijo...

No, por favor, que no se ponga el polo. Que alguien le diga que no se ponga el polo.
Y que no se afeite. Bigote vale, pero afeitado no. Los hombres no deberían afeitarse.

Estepa Grisa dijo...

Persona interesante, echo a faltar sus textos.